Existe hoy en día un boom de prácticas espirituales y de técnicas de sanación, aparentemente basadas en la transmutación y la transformación personal, sin embargo, muchas de ellas son un intento más del ser humano de evadir las situaciones dolorosas y buscar “saltarlas” de alguna manera (un bypass espiritual) ; no lo critico, lo comprendo profundamente, es parte de nuestra naturaleza y nuestro deseo de felicidad, todos hemos experimentado la necesidad de deshacernos de la tristeza o la desesperanza, pero creo que existen maneras mucho más sabias de aproximarse al dolor, sin evadirlo.
Las emociones quieren ser sentidas y están allí como grandes maestros, incluso las más dolorosas.
La meditación de atención plena, no pretende alejarte de la experiencia directa de tu vida con todo lo que ésta contenga, tampoco tiene la intención de que te sientas “especial” por realizar una práctica que pocos hacen, porque en realidad es una práctica tan simple y natural como respirar y tampoco busca sumarte a un círculo de “iluminados” o de “seres superiores” a los demás, ¡por el contrario! te conecta profundamente con todo, con tu propia humanidad y con todos los fenómenos humanos que todos vivimos, desde la igualdad, desde la consciencia de humanidad compartida; se da el fenómeno en algunas prácticas espirituales de disfrazar la compasión de superioridad, y hacerte sentir que tú estás llegando a una “dimensión” más elevada que los demás “pobres animalitos de la creación, que ya irán también evolucionando a su propio ritmo” (eso sí, siempre dicho con un tono tierno y amoroso, pero el mensaje siempre es de desconexión).
La verdadera compasión sólo puede surgir del verdadero contacto con el sufrimiento, una vez que contactas con tu propio dolor también eres capaz de resonar con el dolor del otro, surge en ti el deseo genuino de ser de beneficio a partir de reconocer que el dolor es parte de la humanidad y que no existe manera de saltarlo, que existen estrategias para acercarte a él desde la NO resistencia y la compasión, desde la curiosidad y la apertura.
Las personas sentimos la urgencia de dejar de sentir dolor, queremos sentir placer todo el tiempo, sentirnos felices todo el tiempo, Y muchas prácticas espirituales buscan y prometen ese estado de placer perenne que solamente es un signo claro de resistencia, lo que resistes persiste y sin duda aquello que observas y abrazas, aquello que no disfrazas y que no pretendes evadir, aquello a lo que le das cuidado y atención amorosa tiene mayores posibilidades de ser sanado. La sanación va de la mano de la no evasión.
Las personas suelen pensar que la meditación de atención plena, que te lleva a vivir aquí y ahora tiene la finalidad de que “disfrutes” cada instante de tu vida como en un anuncio de Coca-Cola, pero no es así, no todo se disfruta desde la perspectiva del placer hedonista, vivir aquí y ahora significa conectarte con lo que sucede en este momento de tu vida sin añadirle el dolor secundario de una mente que vaga al pasado y al futuro llevándote a diferentes escenarios de lo que debió haber sido, de lo que pudo haber sido mejor, de lo que podría pasar o no pasar y llenándote de ansiedad y de estrés.
Se trata de llenarte de gratitud y apreciación por los momentos que son realidad, no buscar una vida llena de sucesos extraordinarios y sublimes, sino vivir presente en todos los sucesos ordinarios, vivir de verdad, con tu cuerpo y tu mente y en el mismo lugar al mismo tiempo. ¡Esta es tu hermosa, valiosa y rica vida tal y como es!
En muchas ocasiones lo que sucede en el momento presente no es placentero, pero darle cuidado, atención, reconocimiento y amor a tu dolor primario sin añadirle el dolor secundario de una mente tendiente a la catástrofe y a la ficción, es más saludable que buscar de manera artificial mecanismos para sentirte “bien”.
Elisa
Loto